Los hijos de las
estrellas
Textos y Fotografías: Charles Brewer Carías
Introducción: Para mi es un gran placer compartir este espacio con el vector mas importante que he conocido en mi vida, Charles Brewer Carías. Charles es el vector de una enfermedad incurable, que una vez entra al cuerpo, se queda en el y resulta imposible deshacerse de ella. La enfermedad se llama Explorar y para los que se contagian de ella, se convierte casi en una obsesión y manera de vivir. Desde 1976 he conocido la gestión de Charles y sin lugar a dudas, haber compartido con el y científicos como Volkmar Vareski y Francisco Delacio del Herbario Nacional , Santosh Gosh de PDVSA y Roy Mc Diarmid del Smithsonian Institution las cumbres del Roraima y del Kukenan por dos semanas y el Yuruaní por varias horas sellaron un apetito por saber que me dura hasta el día de hoy. No conozco nada más fabuloso que explorar la naturaleza y les puedo asegurar, que compartir con hombres y mujeres de ciencia, lugares como los tepuyes de Venezuela, es un privilegio, que Charles, como organizador, explorador y naturalista incansable ha hecho posible para un sin fin de científicos en más de las 200 exploraciones realizadas a lo largo de su vida.
La narración de Los Hijos de las Estrellas es una de las tantas, que este mentor, de un sin fin de nuevo talentos y científicos les lleva. Esta narración se le hace fácil a quien lleva más de 30 años viviendo y explorando el sur de Venezuela metódicamente, pero se, que explicar, 2.000 millones de años de nuestra geología, requirió visitas continuas a los sitios, muchos estudios, horas de lectura e investigación y una infinidad de consultas a amigos y expertos, para concretar una síntesis accesible a cualquier audiencia. Espero que esto sirva para inocularles el virus de la exploración y la curiosidad por descubrir los secretos de la naturaleza de nuestra Venezuela o del país en que se encuentren, y les garantizo, que éstos secretos se pueden encontrar tanto en los lugares más exóticos de la tierra, como en los jardines y parques que habitualmente recorremos.
Muchas gracias Charles y espero que tu cuento sea el inicio de futuras publicaciones.
Leo
I was enformed of the mountaine of Christall, to
wich in trueth for the length of the way, and the euill season of the yeare, I
was not able to march, nor abide any longer upon the iourney: we saw it a farre
off and it appeared like a white Church towre of an exceeding height: There
falleth ouer it a mightie riuer which toucheth no parte of the side of he
mountaine, but rusheth ouer the toppe of it, and falleth to the grounde with a
terrible noyse and clamor, as if 1000 great belles were knockt one against
another. I thinke there is not in the worlde so straunge an ouerfall, not so
wonderfull to beholde. (Sir Walter Ralegh 1586)
El polvo de las estrellas se
consolidó como roca para formar la Tierra hace unos 4.600 millones de años y
esta masa se mantuvo incandescente por millones de años hasta que el vapor de
agua que la cubría se condensó y se precipitó en forma de gotas que martillaron
y disolvieron la superficie de este planeta durante otros centenares de
millones de años. Esa lluvia incesante formó ríos tan grandes o más caudalosos
que el Congo y el Amazonas que desaguaron un supercontinente que Eduard Suess y
después Alfred Wegener llamaron Gondwanaland,
y que estuvo formado por la unión de lo que hoy distinguimos como África,
Suramérica, Australia, Antártica y la India. Los sedimentos arrastrados por
estas corrientes fluviales, que estuvieron activas durante unos 300 millones de
años, atravesaron parte de lo que después sería África y fueron a depositarse
sobre un área de la roca original
de la tierra, que más tarde correspondería a la parte Noreste de Suramérica y
que ahora se identifica como el Escudo de
Guayana (Martín, 1974). Estos
eventos tuvieron lugar hace unos 2.000 millones de años antes del presente y se
estima que la deposición de esa arena que formó deltas y dunas y rellenó lagos,
cubrió un área cercana a los 2.000.000 de kilómetros cuadrados de superficie
que se ha mantenido bastante estable desde entonces, pero no dejaron
emparedados fósiles aún conocidos, porque solo organismos unicelulares se
estaban formando en los océanos. Con el tiempo estos sedimentos que tuvieron
una extensión de 1.500 kilómetros en sentido este-oeste se compactaron, que
además, debido al calor y la presión generada por algunas inyecciones de roca
fundida (intrusiones) que mas tarde atravesaron y se alojaron en algunos
lugares dentro de estos depósitos de arena, los transformaron localmente en
rocas más compactas que después, al erosionarse y fracturarse dieron origen a
estas montañas de paredes verticales y cumbres planas que ahora conocemos como tepuyes.
Esta meseta o Tepuy es el famoso Auyantepuy. Sus dimensiones son tan fantásticas que nos resulta difícil de imaginarnos su tamaño. Pero para que los lectores Venezolanos tengan una idea, se lo puede comparar en tamaño, como más de la mitad de la Isla de Margarita.(Nota del editor)
El Salto Angel es el hito geográfico por el cual la región es conocida. Podemos decir, que el mundo conoce a la región de Canaima por este imponente salto de agua.(Nota del editor)
La caída libre de este salto crea una mini tormenta fija al llegar al valle
inferior, no hay muchos lugares en el mundo que tengan este efecto sobre su visitantes. Las aguas del río que alimentan al río en su cumbre son igualmente espectaculares. (Nota del editor)
El color de las aguas se debe al proceso de decomposición de las hojas de los bosques y turberas sobre los tepuyes y es el color de estas aguas una de las tantas cosas que el mundo perdido guarda para quienes los exploran. (Nota del editor)
Aguas abajo en ríos como el Churum, Caroní y el Caura el agua mantiene el color y su volumen y fuerza, no solo esculpe las duras rovas de la región, sino que alimentan nuestra planta hidroeléctrica más importante y mueve las turbinas de Guri, y las de la de las respectivas represas de Macagua I y II aguas abajo, en su camino hacia el padre de nuestros ríos, el majestuoso Orinoco.(Nota del editor)
Ubicación del Escudo de Guyana al norte de Sur América.(Nota del editor)
Cuando el geólogo sedimentólogo
Santosh K. Ghosh, quien nos acompañó durante tres expediciones para estudiar
las rocas que encontráramos sobre la cumbre de varios tepuyes donde nunca había
ido antes un geólogo, se puso a interpretar la forma como estaban distribuidas
las rizaduras (ripple marks) que se encuentran en algunos lugares la superficie
de estas montañas, y encontró que estas ondulaciones tuvieron que hacer sido provocadas
por suaves corrientes de agua que actuaron sobre la arena mientras esta se
estuvo depositando allí unos dos mil millones de años antes del presente y, que
esos sedimentos provendrían de una región seca y continental situada donde
ahora se encuentra el océano Atlántico y parte del Escudo de Brasil. Pero
también encontró que esos sedimentos de arena modelados por rizaduras, se
parecían a los que se ya se habían estudiado en Vindhyans (India) y en el
desierto de Nubia (África) (Gansser 1974, Ghosh 1985)
Alineación de los Tepuyes orientales Roraima, Kukenan, Yurauaní, Wadakapiapue, Ilu. Parque Nacional Canaima, sector Gran Sabana.(Nota del editor)
Estimaba nuestro amigo Ghosh que
aquellas arenas habrían sido transportadas por grandes ríos que corrieron en
dirección este-oeste y que fueron luego depositadas en forma de deltas,
meandros, playas y dunas dentro de unas depresiones, cubetas que se encontraban
sobre una extensa superficie de roca bastante plana y mas antigua, que se
conoce como el Escudo de Guayana donde formaron lagos (Colvée 1972, Ghosh
1985). Este concepto de las cubetas receptoras que no se ha considerado popular
en la literatura científica reciente, y menos si uno especula que pudieron
haberse originado como resultado del impacto de los meteoritos que entonces
bombardeaban al planeta de manera frecuente, coincide bastante bien con lo que
ahora hemos podido apreciar gracias a las imágenes hipsométricas obtenidas
mediante los radares laterales satelitales (SRTM) sobre las tierras altas de
Guayana; ya que en imágenes como
las que se obtuvieron del área del Guaiquinima-tepui, se puede apreciar con
gran detalle que este tepuy y todos los demás se encuentran deprimidos en su
sección central como si fuera una ponchera, y que además se nota como estas
unidades aparecen rodeados, de manera bastante concéntrica, por una serie de
crestas inclinadas. Pero que además, estas crestas quedan enfrentadas con otras
crestas similares pero ordenadas de manera opuesta que rodean a las mesetas del
Auyantepui y del Chimantá. Por lo que podríamos especular que esta sucesión de
crestas periféricas que rodean a los tepuyes, parecieran reflejar la manera
como habrían quedado ordenados los sedimentos de arena y ceniza de diferente
densidad y edad, a medida que estos se fueron precipitando y amoldando en capas
sucesivas sobre el fondo de la cubeta de roca que les sirviera como recipiente.
Por otra parte se hace también evidente, por la orografía que ahora se aprecia
gracias a esas imágenes, como la roca perteneciente al Escudo de Guayana, que sirvió como depósito para los sedimentos, habría resultado mas susceptible
a la meteorización y a la erosión, que los sedimentos de ceniza, arenisca y
cuarcita endurecida que contuvieron y que ahora vemos formando los tepuyes.
Si bien en la mayoría de los
tepuyes se puede distinguir las crestas concéntricas que los rodean, en una
imagen satelital SRTM donde se muestra la cuenca del río Ichum que es un
afluente del río Paragua, se puede apreciar con especial claridad como este río
avena la cuenca endorreica de un lago que se habría colmatado por los
sedimentos que hemos heredado como un tepuy ovalado y de poca altura (Ichum-tepui),
pero con una superficie casi igual a la de la Isla de Trinidad. El extremo
norte de este gran tepuy Ichum
fue explorado por nosotros cuando acampamos a un lado del Salto María Espuma o
Ichum-prarará, que es por donde se precipita el río Ichum al atravesar la
última de las crestas periféricas que circundan la extensa meseta pero, como
durante aquella Expedición Universitaria al Alto río Paragua de 1961 en la que
seguíamos la ruta trazada por el
geólogo Cándido Montoya-Lirola (1958) aún no se contaba con la tecnología del
radar lateral aerotransportado (SLAR); no supimos sino doce años mas tarde que
habíamos colectado plantas en el mas extenso de los tepuyes, con la forma
ovalado de un hipódromo y que además presentaba una intrusión ígnea hacia su extremo
sur.
Es debido a esas curiosas crestas
periféricas y otros detalles estructurales que ahora se pueden apreciar gracias
a las imágenes de radar satelitales SMRT, que pensamos que la formación de los
tepuyes no debería continuar explicándose por: “…una inversión topográfica en la que un anticlinal producto de la
tensión provocada por el plegamiento suave de las rocas del Grupo Roraima,
habría sido posteriormente erosionado preferencialmente y que con el tiempo
pasarían a formar depresiones alrededor de los remanentes de los sinclinales, convertidos
entonces en tepuyes-” (Schubert y
Huber 1989). Lo anteriormente
expuesto equivaldría a decir que los tepuyes se originaron por plegamientos de
la corteza terrestre, lo cual no es el caso. De ser así, la topografía de estas
montañas imitaría unas salchichas alargadas y no mostrarían esa forma de
bandeja deprimida en el centro como se puede apreciar ahora en las imágenes
logradas desde satélites.
Vista desde la Población de Yunek (Nota del Editor)
Todo geólogo tiene una buena idea
de como los sedimentos que llegaron desde otro lugar situado también sobre el
gran continente Pangea se depositaron sobre el Escudo de Guayana, pero durante
una expedición para explorar el río Uei de la Sierra de Lema, considerado el
extremo norte del paquete de sedimentos que forman el Grupo Roraima,
encontramos a unos 600 msnm y expuesta por la acción del río, una sección de
esta elusiva discordancia heterolítica (contacto entre rocas diferentes) que
había sido buscada tan afanosamente (pero nunca fotografiada antes) por los
geólogos (Ghosh 1985). Pudimos ver justo el lugar donde los sedimentos formados
por la arena gruesa y los cantos rodados que hay en la base de los tepuyes
comenzaron a depositarse hace mas de 1.800 millones de años sobre la roca del
Escudo de Guayana, representada en ese lugar por el granito del Complejo de
Supamo que se habría solidificado en este lugar de 2.300 a 2.100 millones de
años antes del presente (Moreno 1985, Briceño y Schubert 1992a).
Cumbre del Monte Roraima en donde se aprecia su depresión que contribuye a la formación de saltos de agua que hacen de esta región un lugar de fama internacional. Fue esta montaña la que le dio el nombre a todo el escudo. (Nota del Editor)
Vista de los Tepuyes Roraima y Kukenan que son parte del grupo conocido como los Tepuyes Orientales. (Nota del editor)
Sobre la formación de las
grietas-cuevas y las Cuevas-verdaderas
Durante muchos años los geólogos trataron de explicar como
ocurre el socavamiento de las rocas silícicas para formar las cuevas y la
manera como el agua penetra por las grietas que hay en la cumbre de los tepuyes
habría disuelto el cemento silíceo que une a los granos de arena, ampliando así
las grietas que extendidas como laberintos, serían consideradas como cuevas
(Galán, 1988, Briceño y Schubert 1992,
Forti 1994, Ipiña 1994, Piccini 1995, Mecchia y Piccini 1999, Aubrecht et al. 2008). Pero este proceso que
explicaría la formación de lo que nosotros consideramos grietas-cuevas, no
puede aplicarse para la formación de las redes de cavernas que hemos
descubierto recientemente en el Churi-tepui; ya que estas galerías se
encuentran completamente independientes y perpendiculares respecto a la
dirección de las grietas que surcan la cumbre del tepuy. Por lo que las cuevas
que estamos describiendo ahora NO se originaron a partir de grietas, fallas o
diaclasas que las habrían controlado, sino que formaron parte de un sistema de
drenaje extremadamente antiguo que se mantuvo activo hasta que algún un evento
tectónico importante provocó el agrietamiento de los tepuyes e interrumpió la
corriente de agua que circulaba a presión por esa red de tubos freáticos.
Boca de la cueva mayor del Cerro Autana en el Estado Amazonas esta cueva esta muy cerca de la cumbre del Autana, que en la cultura de las etnias de la región se le venera como el ÁRBOL DE LOS FRUTOS DE LA TIERRA, el lugar de donde salió toda la vida de la tierra.(Nota del Editor)
Es por esta razón que consideramos a estas cavernas que
hemos encontrado en la cumbre del Chimanta, al igual a las que descubrimos en
el cerro Autana y las Simas de Sarisariñama, como unas “cuevas-verdaderas” en
el sentido cárstico y diferentes en su forma, origen y estructura a las cuevas
exploradas en las cumbre del Acopán-tepui y del Amurí-tepui que se encuentran
sobre el Macizo del Chimantá al igual que las del Churi-tepui (Ipiña 1994). De
igual manera estas cuevas del Churi-tepui tienen un origen diferente al de la
Sima Aonda y al de las Simas del norte y del noroeste que se exploraron en el
extremo norte del Auyantepui
(Pérez, Galán et al. 1986,
Antonini et al. 1997, De Vivo et al. 1997, Tognini et al. 1995), y también origen distinto
al de la sima del borde noroeste del Kukenan (Pérez et al. 1986, Michelangeli et
al. 1993) y a las otras simas que se exploraron en la cumbre del
Yuruaní-tepui (Galán et al. 1986) y
en el Wei-Assipu-tepui (Carreño et al.
2002). Es decir, que casi todas las cuevas controladas por grietas que han sido
exploradas hasta el momento habrían sido generadas por el agua de lluvia en
época reciente.
Sima Mayor de Sarisariñama. Esta cavidad tiene un diametro de mas de 350 metros y una profundidad de las mismas dimensiones. (Nota del Editor)
Para llegar al fondo de la sima se realizaron descensos en rapel.(Nota del Editor)
Una vez en el fondo de la sima se hicieron varios descubrimientos
de mucho valor científico, tanto en los aspectos geológicos, como en el área de la biología. La vasta zona del mundo perdido es uno de los lugares del mundo donde los descubrimientos están a la orden del día.(Nota del Editor)
Es por esta razón que mientras volábamos a bordo del
helicóptero sobre el Macizo del Chimantá en enero del año 2002, nos empeñábamos
en escudriñar con mucha atención la dirección de las corrientes de agua que
entraban o salían de las grietas y condujeran el agua de lluvia hacia el
interior de la meseta; ya que así quizás podríamos ubicar alguna cueva parecida
a las que fueron exploradas sobre el Acopán-tepui y el Amurí-tepui, también
parte del Macizo del Chimantá (Ipiña 1994).
Pero no volábamos al azar ya que nos habíamos propuesto estudiar las grietas
que había en el extremo norte de la meseta de Churi, donde las aerofotografías
de la Cartografía Nacional mostraba que estaba cuadriculada por un formidable
sistema de diaclasas, dispuestas como un tablero de ajedrez de rombos de mas de medio kilómetro de
lado. Pensábamos que por el fondo de aquellas grietas del “tablero
de ajedrez”, el agua de lluvia habría socavado una extensa red de
“grietas-cuevas” que cuando las dibujáramos lucirían como una gran malla de
vectores quebrados y articulados por todo tipo de ángulos; por lo que al
completar nuestro estudio aéreo prepararíamos la expedición para entrar en
aquel laberinto lo antes posible.
Así
es que resultó un bono a la observación, que un poco antes de llegar al lugar
donde se encuentran las grandes diaclasas y los rombos, nos distrajera la
atención un minúsculo agujerito relacionado con una mancha húmeda que surgía de
la base de una pared, a pesar de que el piloto dijera aquel hueco era: “¡Uno
más entre los miles que hay sobre esta
montaña!”. Obviamente como una excusa para no desviar la dirección del
vuelo de regreso desde la “Cueva de El Fantasma“ que habíamos ido a visitar el
11 de enero del 2002 invitado por Ricardo Cisneros.
Referencia
bibliográfica
Ralegh, Sir Walter (1596) in: The Discoverie of Guiana by Walter Ralegh,
by V.T. Harlow, 182 p. The Argonaut Press. London 1928.
Para coleccionar los artículos de Charles Brewer y otros naturalistas y fotógrafos venezolanos busquen en los kioscos y librerías a la revista Río Verde, que es la única de su género en Venezuela.
Para coleccionar los artículos de Charles Brewer y otros naturalistas y fotógrafos venezolanos busquen en los kioscos y librerías a la revista Río Verde, que es la única de su género en Venezuela.
Quiero agradecerle a Charles, por haberme iniciado en la exploración científica, y en la actualidad proporcionarnos este documento que no es más que otra ayuda en esta gestión editorial. Fue su generosidad que me permitió, que como estudiante, explorara junto a el y otros investigadores el Roraima y el Kukenam. Luego, casi 10 años más tarde, tuve el privilegio de compartir la gran aventura que fue la expedición a la Neblina. Puede parecernos poca cosa, pero no se llega a los temas expuestos sin conocimientos de toda una vida dedicada a desentrañar los misterios de la naturaleza. Y se, a ciencia cierta, que quien escribió este artículo, ha sido un gran facilitador de oportunidades para un sin fin de personas de todos los ámbitos imaginables y entre los cuales estoy yo como beneficiario. Creo que hay que difundir el conocimiento para que otros crezcan y se les prenda la luz de la curiosidad. Pasen el bien y verán, como este, se les devuelve en algún momento. Que tengan buenos CLICKS
y gracias por visitar a Digital Camera Adventures.
Hasta la próxima entrega.
LGB.
Este artículo es bajo el patrocinio del grupo editorial Río Verde y si quieren coleccionar los trabajos de Charles Brewer Carías y el de otros naturalistas y grandes fotógrafos venezolanos, busquen en los kioscos y librerías a la única revista de divulgación ecológica y de la naturaleza de Venezuela.
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Leopoldo García Berrizbeitia
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414-246-2007
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